A una semana del final de nuestras fiestas, le van a permitir a un servidor liberarse de una serie de pensamientos que me rondan por la cabeza.
Villena del 4 al 9 de Septiembre, seis días en los que nuestra ciudad se transforma en un inmenso río de color, luz, música, pólvora y fiesta. Seis días en los que la ciudad se convierte en un lugar extraordinario y maravilloso que deja enamorado a cualquiera de las personas que nos visitan, sean turistas, amigos o familiares. Enamorados de una ciudad que derrocha imaginación y belleza en todas y cada de sus escuadras especiales, enamorados del ritmo y variedad de nuestra música festera, del amor hacia nuestra patrona, de la alegría y extroversión de los festeros, y la pasión y garra de los cabos que los guían hacía su destino, seis días de lucha contra la rutina, las obligaciones y las preocupaciones. Enamorados en definitiva de esa enorme energía con que los Villeneros y Villeneras se enfrentan cada 4 de Septiembre a nuestros seis grandes días.
De estas fiestas quisiera remarcar 3 cosas:
La primera de ellas es un momento, el inesperado apagón en la Cabalgata. Aquí servidor tuvo en pleno suceso uno de los momentos más emocionantes de su vida festera. El ver como los festeros, desfilando y sentados en una Corredera completa, transformaban lo que podía ser un problema gravísimo en un espectáculo sin precedentes. El ver como en lugar de paralizar el desfile, los espectadores encendieron sus mecheros y sus espadas láser, y empezaron aplaudir y vitorear al paso marcial de uno de los bloques masculinos del Bando Marroquí, sin verlos prácticamente, solo escuchando los acordes de su marcha militar y los gritos guerreros a cada paso de los integrantes del bloque. Otra muestra fehaciente de la diferencia que marcan nuestras fiestas.
La segunda, la visita relámpago del Molt Honorable president de la Generalitat Valenciana Don Francisco Camps. Vino para la Cabalgata, se sentó en la tribuna media hora, hizo su correspondiente entrevista en Canal 9 certificando su estancia en Villena –única noticia relacionada con las fiestas de Villena de la cadena autonómica-, y se fue a dar el pregón de las fiestas de Elda.
A veces pienso, aunque suene a utopía y aprovechando ahora que están de moda, si Villena no debiese realizar un Referéndum de esos de autodeterminación respecto de la Comunidad Valenciana. Tengo clarísimo que como Manchegos o Múrcianos nos harían más caso.
Y la tercera, dejando “bromas” aparte, es un pensamiento que servidor ha tenido siempre, y por el cual viene este escrito. El de la clara convicción de que si los Villeneros supiéramos trasladar, transferir, compaginar, igualar o como queramos llamarlo, la energía y amor que le dedicamos a nuestras fiestas, a otros ámbitos de nuestra vida y nuestra relación con la ciudad, Villena sería la mejor ciudad de España. Y no lo que tenemos ahora, aunque me duela decirlo.
PABLO JUAN MARTÍNEZ CATALÁ
Villena del 4 al 9 de Septiembre, seis días en los que nuestra ciudad se transforma en un inmenso río de color, luz, música, pólvora y fiesta. Seis días en los que la ciudad se convierte en un lugar extraordinario y maravilloso que deja enamorado a cualquiera de las personas que nos visitan, sean turistas, amigos o familiares. Enamorados de una ciudad que derrocha imaginación y belleza en todas y cada de sus escuadras especiales, enamorados del ritmo y variedad de nuestra música festera, del amor hacia nuestra patrona, de la alegría y extroversión de los festeros, y la pasión y garra de los cabos que los guían hacía su destino, seis días de lucha contra la rutina, las obligaciones y las preocupaciones. Enamorados en definitiva de esa enorme energía con que los Villeneros y Villeneras se enfrentan cada 4 de Septiembre a nuestros seis grandes días.
De estas fiestas quisiera remarcar 3 cosas:
La primera de ellas es un momento, el inesperado apagón en la Cabalgata. Aquí servidor tuvo en pleno suceso uno de los momentos más emocionantes de su vida festera. El ver como los festeros, desfilando y sentados en una Corredera completa, transformaban lo que podía ser un problema gravísimo en un espectáculo sin precedentes. El ver como en lugar de paralizar el desfile, los espectadores encendieron sus mecheros y sus espadas láser, y empezaron aplaudir y vitorear al paso marcial de uno de los bloques masculinos del Bando Marroquí, sin verlos prácticamente, solo escuchando los acordes de su marcha militar y los gritos guerreros a cada paso de los integrantes del bloque. Otra muestra fehaciente de la diferencia que marcan nuestras fiestas.
La segunda, la visita relámpago del Molt Honorable president de la Generalitat Valenciana Don Francisco Camps. Vino para la Cabalgata, se sentó en la tribuna media hora, hizo su correspondiente entrevista en Canal 9 certificando su estancia en Villena –única noticia relacionada con las fiestas de Villena de la cadena autonómica-, y se fue a dar el pregón de las fiestas de Elda.
A veces pienso, aunque suene a utopía y aprovechando ahora que están de moda, si Villena no debiese realizar un Referéndum de esos de autodeterminación respecto de la Comunidad Valenciana. Tengo clarísimo que como Manchegos o Múrcianos nos harían más caso.
Y la tercera, dejando “bromas” aparte, es un pensamiento que servidor ha tenido siempre, y por el cual viene este escrito. El de la clara convicción de que si los Villeneros supiéramos trasladar, transferir, compaginar, igualar o como queramos llamarlo, la energía y amor que le dedicamos a nuestras fiestas, a otros ámbitos de nuestra vida y nuestra relación con la ciudad, Villena sería la mejor ciudad de España. Y no lo que tenemos ahora, aunque me duela decirlo.
PABLO JUAN MARTÍNEZ CATALÁ
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